sábado, febrero 14, 2009

Preparándose para el Rey

Y cuando llegaba el tiempo de cada una de las doncellas para venir al rey Asuero, después de haber estado doce meses conforme a la ley acerca de las mujeres, pues así se cumplía el tiempo de sus atavíos, esto es, seis meses con óleo de mirra y seis meses con perfumes aromáticos y afeites de mujeres, entonces la doncella venía así al rey. Todo lo que ella pedía se le daba, para venir ataviada con ello desde la casa de las mujeres hasta la casa del rey. (Ester 2:12-13 RV60)

Para este poderoso rey terrenal, las doncellas, candidatas a convertirse en su reina tuvieron que prepararse un año de forma muy delicada y especial para considerarse aptas de presentarse ante el rey.

Jesús, el Señor de señores, el Rey de reyes, está preparando a su iglesia para que sea digna de presentarse ante Él. El apóstol Pablo nos lo muestra en su carta a los Efesios: Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. (Efesios 5:21-30)

Los únicos lazos que pueden sujetar firmemente a un hombre y una mujer, son los mismos lazos con que Cristo sujeta su Iglesia, son el yugo fácil, ese yugo de amor que nos levanta por encima de nuestras debilidades y nos unge con el Espíritu de gracia que va convirtiéndonos en olor fragante para nuestro Señor.

¿No es la máxima expresión de amor que Jesús se sometiera a vivir una vida humana, despojado de todo su poder para entregarse, morir y satisfacer la justicia de Dios propiciando así nuestra libertad? Presentarnos ante Él sin mancha ni arruga significa una entrega total, una rendición absoluta y sin condiciones a su entera voluntad… que bien sabemos que es buena, agradable y perfecta.

Si a la doncella, todo lo que pedía para prepararse para el rey… se le daba ¿Le pedimos a nuestro Rey lo necesario para prepararnos para Él?