sábado, febrero 28, 2009

Volviendo a lo básico

Todos los que por la gracia de nuestro Señor Jesucristo hemos nacido de nuevo por medio de Él, estamos llamados a mantener vivo ese primer amor que nos impulsa dar un testimonio permanente de la presencia de Dios en nuestro caminar diario de manera práctica y constante.

La constante exposición a la Palabra de Dios abre nuestro oído espiritual, haciendo crecer en nosotros la fe necesaria para vivir por encima de las circunstancias con la seguridad plena de la salvación eterna y la capacidad de enfrentar cualquier reto que se presente en nuestra vida: De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. (Juan 5:24 RV60).

Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (1Tesalonicenses 5:16-18 RV60). La oración es el medio para desarrollar una relación cercana con el Padre celestial, mediante la oración conversamos con nuestro Dios y como en toda conversación, la parte más importante no es lo que tengamos que decir, la clave está en aprender a escuchar con mucha atención. Jesús dijo claramente que las ovejas de su redil reconocemos su voz y le seguimos; sólo mediante la oración constante podemos distinguir la voz de Dios de entre tantas voces que nos llaman en este mundo lleno de ofertas de todo tipo.

Como una sola familia en Cristo, necesitamos los unos de los otros para mantenernos unidos en un solo espíritu, en una misma fe haciendo del amor una realidad práctica y no sólo un concepto: Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. (Hebreos 10:23-25 RV60).

Toda persona que por primera vez se encuentra verdaderamente con Jesucristo sabe que no existe mayor gozo que rendirse a sus pies. Ése momento de liberación total de nuestras cargas nos impulsa a compartir con todos el inmenso amor que se nos ha entregado. Aún es tiempo de compartir a Cristo, no se puede vivir sin Él… Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. (Hechos 8:4 RV60).