sábado, marzo 07, 2009

Decisiones sabias y decisiones erradas

Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto. Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron. Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche. (1Samuel 15:7-11 RV60)

Dios cuida de sus hijos guiándonos por el mejor camino posible; Él siempre pondrá ante nosotros la ruta perfecta, la que nos conducirá por un sendero de amor y de frutos dignos, haciendo prosperar nuestra vida y nuestra alma con buenos sentimientos, buenos pensamientos, buenas interpretaciones y razonamientos, proveyéndonos de los argumentos correctos para tomar las mejores decisiones.

Entonces ¿por qué nuestros actos no siempre salen bien y a veces roban nuestra paz?, ¿por qué tomamos malas decisiones?... la respuesta, aunque es obvia, no es fácil de asimilar: es que tomamos demasiadas decisiones fuera del camino que Dios ha creado especialmente para cada uno de nosotros.

Cuando oponemos nuestro criterio personal humano, a las indicaciones de Dios, es fácil, viéndolo desde fuera, deducir que vamos directo al fracaso. Pero para el que está siguiendo sus propios razonamientos, basado en su experiencia, en los valores que ha aprendido, le resulta casi imposible ver que está cometiendo un error. Así son todos los errores sin excepción, creyendo hacer lo bueno, hacemos exactamente lo contrario.

Saúl siguió su propio criterio, perdonó a Agag, a quien Dios mismo ya había condenado. ¿Somos acaso mejores que Dios para saber mejor que Él, qué hacer y qué no hacer? ¿No será mucha arrogancia creerse mejor que Dios?

La única manera de no errar, de tomar las decisiones (todas las decisiones) de manera correcta, es conocer el camino, la verdad y la vida que Dios nos quiere dar, es conocer íntimamente a Jesucristo y tener una relación personal con el Padre, mediante su Santo Espíritu, cediéndole el gobierno de nuestra vida.


Decidir seguir a Cristo es la mejor decisión que un ser humano puede tomar, mantener esa decisión es la única manera digna de vivir. Él es la fuente de vida: Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. (Juan 4:10-14 RV60)