sábado, abril 25, 2009

Busca la dirección de Dios

Fue, pues, el rey con Amán al banquete de la reina Ester. Y en el segundo día, mientras bebían vino, dijo el rey a Ester: ¿Cuál es tu petición, reina Ester, y te será concedida? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será otorgada.

Entonces la reina Ester respondió y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al rey place, séame dada mi vida por mi petición, y mi pueblo por mi demanda. Porque hemos sido vendidos, yo y mi pueblo, para ser destruidos, para ser muertos y exterminados. Si para siervos y siervas fuéramos vendidos, me callaría; pero nuestra muerte sería para el rey un daño irreparable.


Respondió el rey Asuero, y dijo a la reina Ester: ¿Quién es, y dónde está, el que ha ensoberbecido su corazón para hacer esto? Ester dijo: El enemigo y adversario es este malvado Amán. Entonces se turbó Amán delante del rey y de la reina. (Ester 7:1-6 RV60)

Ester muestra la inteligencia y sabiduría que vienen de una mente que se somete a la dirección del Espíritu Santo. Si bien la Biblia no indica explícitamente que el Espíritu viniese sobre Ester, antes de concebir y desarrollar su plan para desenmascarar el complot de Amán, Ella se puso junto con su pueblo en ayuno, en una actitud de búsqueda de la dirección del Señor.

El resultado no se hizo esperar, Ester demuestra en el momento oportuno el carácter, la humildad y la confianza necesarios para hacer evidente que las intrigas de Amán representan una traición para el rey.

Dios nos demuestra una vez más que hacer su voluntad, es decir proceder realizando lo que Él quiere, como Él quiere, cuando Él lo quiere, donde Él quiere y ante quienes Él quiere, sin objeciones ni dudas, trae como recompensa no sólo el logro de los objetivos personales, la destrucción de todo enemigo y la exaltación personal por parte de Dios mismo, sino que contribuye a que el plan de Dios, que tiene un impacto trascendental sobre la humanidad entera, se cumpla.

Es entonces que, al analizar nuestra vida, podemos determinar si hemos puesto la diligencia necesaria para buscar la presencia y dirección del Señor. Si así fuera, sabemos que será fácil encontrar sentido a todas las circunstancias y eventos que nos rodean, conscientes de que Dios está obrando, tejiendo una red de eventos de los cuales hemos de participar, haciendo nuestra parte conforme a la mente de Cristo y contribuyendo así a que los propósitos que Dios tiene, se logren.

Hacer la voluntad de Dios es el mayor privilegio que se nos puede conceder y sólo los cristianos tenemos el derecho concedido por la Gracia de nuestro Señor Jesucristo, para ejercer ese privilegio. Seamos agradecidos por tan grande Amor.