sábado, abril 04, 2009

Buscando propósito con la mente de Cristo

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. (Josué 1:9 RV60)

Dios tiene un propósito para cada uno. Como sucedió con Ester, Dios nos presenta siempre las oportunidades que necesitamos aprovechar para cumplir con ese propósito.

La decisión es entonces cumplir con nuestro destino, sobreponiéndonos a cualquier circunstancia que nos lo pudiese impedir, o desviarnos del propósito y sentido de nuestra existencia.

Dios nos da instrucciones precisas como se las dio a Josué, lo primero que le indicó fue esforzarse. Debemos tener presente que hemos recibido todo el poder y la fuerza del Espíritu Santo. En pocas palabras, Dios está mandando que usemos la fuerza y el poder que nos han sido dados, lo cual implica no usar las fuerzas propias sino las de Dios. Esforzarse se vuelve el ejercicio consciente y constante de emplear el poder dado por Dios para realizar su obra.

En segunda instancia, hemos de ser valientes; la implicación aquí es que nos consideremos con el valor necesario, es decir que nos veamos a nosotros mismos con el valor real que Dios nos ve. Nuestro valor no reside en nosotros sino en el precio que Cristo pagó por nosotros, por lo tanto hemos de actuar con espíritu de poder, amor y dominio propio que se nos ha otorgado, abandonando la cobardía.

Por otra parte, Dios nos manda no temer. En este sentido vemos que la fuente del temor se reduce a circunstancias en las que percibimos un riesgo de daño hacia nosotros o hacia lo que tiene valor en nuestra vida como la familia, la dignidad, la libertad, las posesiones, etc. Esencialmente esta percepción nos puede llegar a nublar el pensamiento a tal grado que olvidemos que para los que amamos a Dios todas las cosas nos ayudan a bien.

En cuarto lugar es preciso obedecer el llamado que Dios nos hace a perseverar, a no desmayar, es decir no rendirse a las circunstancias. La victoria y la derrota ante cualquier oponente están en la mente, y nosotros tenemos la mente de Cristo, en quien nunca se ha registrado una sola derrota sino la victoria más grande que ha existido, sobre el pecado, sobre la carne, sobre el mundo, sobre Satanás y sobre la muerte. Jesús sólo se rindió ante la voluntad del Padre.

Sólo renovando nuestra mente podremos sobreponernos a cualquier circunstancia y cumplir con nuestro propósito de vida. Dios nos ha dado ya la mente de Cristo, el Espíritu Santo y nos garantiza que: Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. (Josué 1:5 RV60)