sábado, agosto 01, 2009

Fundamentando mis acciones

Y así como tuve cuidado de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y perder y afligir, tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice Jehová. (Jeremías 31:28 RV60).

Para todo aquel que siente su vida dañada total o parcialmente, Dios, tiene la solución y un propósito, por lo que nos conduce a derribar todo obstáculo que se interponga entre Él y nosotros, para que cimentados en Cristo, tengamos una vida abundante y una relación estrecha con Él como sus hijos.

La iniciativa ha sido de Él: Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. (2Corintios 5:18-19 RV60).

No es posible tener esa paz en la vida, que nos capacita para enfrentar cualquier situación con valor, tranquilidad y decisión, sin estar en armonía con Dios mediante la guía cercana de su Santo Espíritu. El propósito de Dios no es resolver nuestros problemas, su propósito es tener una convivencia diaria, constante con sus hijos basada en su amor; las soluciones vienen como añadidura. Estar en paz con Dios es fundamental para una vida plena… Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él. (Proverbios 16:7 RV60).

Para restaurar cualquier parte dañada de nuestra vida, es necesario descansar en los medios y caminos de Dios y no en nuestros propios conocimientos, experiencia y criterios. El apóstol Pablo recoge la manera precisa de hacerlo:

 Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha. (1Corintios 13:1-3 LBLA).

Es bueno filtrar todo nuestro proceder por medio de la visión de Dios, observar nuestra vida desde Su perspectiva. A Dios le estorban y desagradan las acciones humanas que no se basan en Su amor, por buenas que parezcan. Lo que no está edificado en Cristo, no tiene valor; así que la única motivación correcta para actuar es el amor de Dios, que se concretiza en nosotros por medio de la aceptación, por fe, de la gracia de nuestro Señor Jesucristo que nos dio la salvación que... No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede gloriarse de nada; pues es Dios quien nos ha hecho; él nos ha creado en Cristo Jesús para que hagamos buenas obras, siguiendo el camino que él nos había preparado de antemano. (Efesios 2:9-10 DHH).