sábado, diciembre 11, 2010

Someteos unos a otros

“Por tanto, como la Iglesia está sometida a Cristo, así también las casadas a sus maridos en todo. Los esposos: Amad a las esposas así como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a Sí mismo por ella (Efesios 5:24-25, BTX).

En la actualidad, hablar de sometimiento tiene una connotación tan negativa que nos hace rechazar de inmediato la posibilidad de rendirnos ante cualquier otra persona. Hemos tomado las armas en contra de “someterse” o “sujetarse”, creyendo que con ello garantizamos nuestra libertad.

La Biblia nos muestra el verdadero rostro de la libertad: Decía entonces Jesús a los judíos que le habían creído: Si vosotros permanecéis en mi palabra, sois verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. (Juan 8:31-32, BTX).

Tan paradójico como suena, la Libertad viene de creer y someterse a Jesucristo permaneciendo cimentados, para toda nuestra vida, en su verdad y su Palabra. El problema entonces no es someterse sino, más bien, a quien nos sometemos y la razón por la cual lo hacemos.

Cuando el motivo que nos hace rendirnos unos a otros es el amor, y ese amor nos impulsa a entregarnos a nuestra pareja, del mismo modo en que Jesús se entregó voluntariamente, para dar libertad a su Iglesia aún a costa de su vida, entonces y sólo entonces podemos derribar las barreras que nos impiden someternos el uno al otro: el egoísmo, la autocomplacencia, el resentimiento, el rencor, la amargura, la decepción, la comodidad, los celos, la ira y tantos otros mecanismos que instintivamente usamos para “defendernos” y garantizar nuestra autodeterminación.

Pero contrario a lo que muchos creen, el amor no es una simple emoción o un sentimiento, que por naturaleza son pasajeros y se enfrían. El amor es un estilo permanente de vida que cada quien decide conscientemente adoptar, es un modo de vivir en el que valoramos a los seres amados y procuramos siempre su bien, por encima de todo lo demás. Sólo así se entiende que Jesús nos exhortara diciendo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como os he amado, que también os améis unos a otros.(Juan 13:34, BTX).

Amar como Cristo ama es la única manera real de amar, si nuestra pareja nos ama así, con esa entrega, someterse a ese ser amado, lejos de ser una pérdida de libertad, se convierte en la expresión más perfecta del amor de Dios que como esposos podemos vivir: ¡Invita a Cristo a tu matrimonio!

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