sábado, febrero 26, 2011

Desarrollando Carácter

Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. (Santiago 1:5-7, RV60a).

El carácter es ese conjunto de herramientas que necesitamos para enfrentar la realidad.

Las manifestaciones del desarrollo de nuestro carácter se hacen evidentes en las relaciones interpersonales y en el desempeño al realizar todas las actividades de nuestra vida.

La integridad del carácter requiere que seamos personas de una pieza, sin que nos falte nada. Al igual que un deportista debe ejercitarse con disciplina y perseverancia para lograr la perfección de su deporte, o como el artista con su arte, nosotros debemos someternos a las pruebas de la vida para adquirir el carácter necesario para enfrentar lo que sea que venga.

Por ello, Santiago nos dice: Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. (Santiago 1:2-4, RV60a).

La Biblia reconoce que la falta de fe provoca un ánimo inconstante que no permite desarrollar la integridad que necesitamos: una persona sin carácter es arrastrada por el viento o por las olas porque no tiene un fundamento firme y seguro.

La principal herramienta que puede forjar nuestro carácter es la Palabra de Dios puesto que la fe, necesaria para ese desarrollo, viene del oír, y el oír, de la Palabra de Dios. La exposición constante a la Palabra desarrolla nuestro oído espiritual y pone en nuestra mente la materia prima que el Espíritu Santo utilizará en el momento oportuno para guiarnos obrar con sabiduría e integridad.

A diferencia del temperamento, que se compone de los rasgos natos de la personalidad, el carácter se forma por medio de la capacitación que Dios nos da a través de las circunstancias que Él ocasiona y permite alrededor de cada uno.

Dios desarrolla la mente de Cristo, con todas sus cualidades, en cada cristiano, por medio de la exposición a diversas pruebas cuyo propósito es siempre beneficioso para formarnos y llevarnos a la estatura de la plenitud del Señor. Por ello todas las cosas ayudan a bien a los que amamos a Dios.

Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego. (1Corintios 3:10-15, RV60a)

sábado, febrero 12, 2011

¿Éxito o Propósito de Vida?

Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey. (Nehemías 1:11, RV60a)

Nuestra sociedad, en el mundo actual, está obsesionada con el éxito, dando por sentado, con expresiones como “alcanzar la cima”, “hacerla”, etc. que una persona que logra fama, riqueza, poder o reconocimiento ha llegado al pináculo de la realización de su propósito de vida.

Pero debemos de diferenciar entre los objetivos personales de “éxito” y el propósito real de vida de una persona.

Nehemías, al orar pide “buen éxito”, por lo que reconoce, implícitamente, que hay éxito que no es bueno. La Biblia, a través de Juan, nos enseña que no existe prosperidad que valga la pena sin que nuestra alma verdaderamente crezca: Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. (3Juan 1:2, RV60a).

Efectivamente el éxito cristiano no tiene comparación con lo que el mundo ofrece. La prosperidad que la Palabra de Dios enseña nos habla de tener un alma generosa: Hay quienes reparten, y les es añadido más; ​Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; ​Y el que saciare, él también será saciado.(Proverbios 11:24-25, RV60a).

El mundo nos enseña a obrar con mínimo esfuerzo, a obtener dinero fácil y rápido… la Biblia dice: El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada. (Proverbios 13:4, RV60a).

El mundo da por hecho que lo que no se sabe no hace daño, pero… El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. (Proverbios 28:13, RV60a).

El mundo nos muestra la confianza en uno mismo y el orgullo siempre ligados a las posiciones de poder y gran éxito, pero… El altivo de ánimo suscita contiendas; Mas el que confía en Jehová prosperará. El que confía en su propio corazón es necio; Mas el que camina en sabiduría será librado. (Proverbios 28:25-26, RV60a).

Definir correctamente el “buen éxito” en la vida cristiana es una prioridad ineludible para los hijos de Dios, de lo contrario corremos el riesgo de engañarnos y de correr tras ilusiones vanas que sólo nos desviarán del propósito de Dios para nuestra vida. Permanecer en Cristo es la única garantía de éxito y prosperidad desde la perspectiva de Dios.

Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. ​No te alteres con motivo del que prospera en su camino, ​Por el hombre que hace maldades. Deja la ira, y desecha el enojo; ​No te excites en manera alguna a hacer lo malo. Porque los malignos serán destruidos, ​Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra. Pues de aquí a poco no existirá el malo; ​Observarás su lugar, y no estará allí. Pero los mansos heredarán la tierra, Y se recrearán con abundancia de paz. (Salmos 37:7-11, RV60a).

sábado, febrero 05, 2011

Permanencia en Cristo

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. (Gálatas 5:22-24, RV60)

Mucho hemos escuchado que es necesario “permanecer en Cristo”, que hemos de “andar en el espíritu” y efectivamente la Biblia así nos lo indica; pero, en la práctica ¿qué significado tienen estas frases?

Solamente quien recurre a Dios como el primer y único recurso para guiar su vida puede verdaderamente ejercer, en su caminar diario la voluntad de Dios. Cuando cada pensamiento es sometido al escrutinio del Espíritu Santo y tomamos la decisión consciente de acatar su veredicto para tomar las decisiones que dependen de ello, podemos decir que “andamos” en el camino que Dios nos ha trazado.

La vida está compuesta de una serie de momentos y cada momento implica una decisión. Siempre tenemos la libertad de decidirnos por una u otra opción que se nos presenta. Lo importante para el cristiano, es tener la absoluta claridad de la ruta que es parte del plan de Dios.

El plan de Dios no es tampoco una abstracción sin forma ni rumbo, por el contrario, Dios no deja nada al azar, Él preparó de antemano todo aquello en que obtendremos el máximo rendimiento espiritual si lo realizamos en obediencia, agradecimiento y amor.

Estar conscientes permanentemente del amor de Dios, es el aliento de vida que necesitamos para que fructifique nuestra existencia con amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.

Sabemos que todo lo podemos hacer cuando permanecemos en Cristo, sabemos que sin Él, nada (que valga la pena en el reino de Dios) se puede hacer, sabemos que si llevamos todo pensamiento a la obediencia de Cristo derribamos las fortalezas que nos impiden conocerle y sabemos que si conocemos a Cristo, conocemos al Padre.

Jesús vino a dar testimonio del amor de Dios hacia nosotros, a entregarnos de manera personal e individual ese amor, para que nosotros tengamos la capacidad de entregarnos y entregar ese amor por cada ser humano que en este mundo necesita de Dios.

Él está empeñado en restaurar en cada cristiano la imagen viva de Jesús, su carácter, su mente, su obediencia y dependencia total de sí para extender, a través de nuestro testimonio, todas las bendiciones espirituales, que sólo pueden proceder del mismo Dios, a cuanta persona se cruza en nuestra vida.

Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. (1Juan 5:9-13, RV60)