sábado, agosto 28, 2010

Confía… sólo en Él

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. (Isaías 41:10, RV60)

¿Quién es nuestro principal apoyo en la vida? ¿En quién confiamos sin dudarlo?... para estas preguntas, cada uno de nosotros tiene una respuesta propia, personal, íntima que sólo Dios y la persona misma conocen.

Posiblemente la única persona en que confiemos seamos nosotros mismos; no es extraño que después de haber sufrido muchas desilusiones hayamos aprendido a desconfiar de todos y a refugiarnos en nuestro yo interior.

Pero todos sabemos que no somos dignos de total confianza, que por ser humanos estamos llenos de flaquezas y fallos, que tarde o temprano se manifestarán y sus consecuencias dañarán a nuestro prójimo o a nosotros mismos.

Otros cometemos el error de ser tan crédulos que aceptamos como verdad lo que recibimos de todo mundo. Pero la misma Biblia nos advierte… Así dice YHVH [DIOS]: ¡Maldito quien confía en el hombre y se apoya en un brazo de carne apartando su corazón de YHVH [DIOS]! (Jeremías 17:5, BTX).

La necesidad de confiar es natural, fue puesta por Dios mismo en el corazón del ser humano. Dios anhela que en nuestra vida nada ni nadie ocupen Su lugar en nuestra confianza.

Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. (Jeremías 17:7-8, RV60).

Nuestro Dios está empeñado en edificar nuestra confianza plena en Él; para construir esos cimientos fuertes en la Roca, Él desbaratará todas las muletas, las bases endebles y los falsos criterios en que nos apoyamos para tomar las decisiones de nuestra vida.

Él no sólo quiere que confiemos en Él, Él hará que sólo confiemos en Él, porque nadie más es digno de confianza total.

Confiar en Dios implica conocerle, hacer su voluntad, decidir siempre hacer lo bueno, desechar el mal, olvidarnos de nuestros criterios humanos, abandonar los falsos valores que el mundo ofrece y practica.

Es un cambio total en el estilo de vida: Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. (Salmos 18:2, RV60).

El entendido en la palabra hallará el bien, Y el que confía en Jehová es bienaventurado. (Proverbios 16:20, RV60)

Porque Jehová será tu confianza, Y él preservará tu pie de quedar preso. (Proverbios 3:26, RV60)

sábado, agosto 21, 2010

Amistad ahora…

Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. (Juan 15:13-15, RV60)

La conducta inducida por la situación del mundo moderno ha hecho de nosotros personas solitarias, aisladas, carentes de relaciones personales cercanas y duraderas.

Las personas hemos ido poco a poco encerrándonos en nuestras casas, aislándonos en nuestra privacidad porque la inseguridad que vivimos nos ha ido forzando a evitar la apertura personal hacia relaciones sinceras y auténticas.

Nos escondemos con una identidad prestada navegando en la Internet y sólo damos a conocer lo necesario para proyectar una imagen aceptable a otras personas que están haciendo exactamente lo mismo.

Evitamos el contacto personal más allá del saludo amable y por eso mismo impedimos un desarrollo de amistades sanas… estamos perdiendo la capacidad de ser y hacer amigos; aunque tenemos decenas de conocidos, en nuestra intimidad sabemos que tenemos menos amigos que dedos en una mano. ¿Resulta familiar esta situación?

Si queremos gozar de plenitud en nuestra vida, hemos de buscar amistad dando amistad. Todo cristiano tiene al mejor amigo, Jesús, quien vino a este mundo para enseñarnos que es necesario mostrar su amor a la humanidad.

Nada hay más importante en nuestra existencia que amar a Dios y al prójimo. El prójimo, según se entiende en la Biblia, es la persona más próxima, cercana, el vecino, el amigo…

¿Cómo podemos hacer efectivo el amor de Cristo si no tenemos a nadie cerca para manifestarle lo que ÉL nos ha dado y compartir su amor?

El amor requiere de alguien que es el receptor de lo que hemos de dar; por eso mismo es indispensable que los hijos de Dios nos acerquemos a las personas, abramos nuestro corazón, nuestra mente e incluso nuestro hogar para hacer sentir a otros la proximidad de Cristo y su amor.

Si Jesús estuvo dispuesto a buscarnos y entregarnos su amistad… ¿A quién iremos nosotros para darle amistad?

En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia. (Proverbios 17:17, RV60).

El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano. (Proverbios 18:24, RV60).

sábado, agosto 07, 2010

El Espíritu mora en mí

Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré. Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. (Juan 14:14-17, RV60).

El poder del Espíritu Santo se encuentra a disposición de cada creyente, para que tengamos la capacidad de obrar conforme a su voluntad y propósitos.

El poder pertenece a Dios y sólo a Dios, toda autoridad que viene de Dios, cuando es delegada implica la responsabilidad de usar el poder de su Santo Espíritu para desarrollar las tareas que Él ha preparado para la realización de nuestra vida.

El poder del Espíritu Santo puede manifestarse de diversas maneras, entre las cuales se encuentran las obras visibles externas que sería imposible lograr para los seres humanos por sus propios medios, así como la transformación personal interna que Dios realiza en cada creyente, que dicho sea de paso tampoco es realizable en las propias fuerzas humanas.

Dios, conforme a lo expresado en su Palabra, no requiere del otorgamiento de dones o habilidades especiales para que el Espíritu Santo habite en cada creyente, Él en sí mismo constituye el más grande don dado a los cristianos; Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. (Hechos 2:38-39, RV60).

En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. (1Juan 4:13-15, RV60).

Todo el poder de Dios está al alcance de nosotros para guiar y transformar nuestra existencia en una manifestación continua del amor de Dios que fluye desde la cruz hacia las vidas de cada uno de los que creemos en Cristo, el único Señor y Salvador, por quien todo fue hecho y quien sustenta la creación con la palabra de su poder.

No existe otra razón para existir que no sea la plena manifestación de Jesucristo en nuestra vida, y no hay otra manera de testificarlo que no sea por el poder de su Espíritu Santo que nos da testimonio y la plena convicción de que somos el templo viviente en el que Él decidió habitar para consumar su promesa de redención y salvación: ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (1Corintios 3:16, RV60).

Dios nos insta a vivir en el Espíritu para que tengamos su vida abundante.