sábado, marzo 21, 2009

¿Tiene propósito de mi vida?

Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino? Y Ester dijo que respondiesen a Mardoqueo: Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca. Entonces Mardoqueo fue, e hizo conforme a todo lo que le mandó Ester. (Ester 4:13-17 RV 60)

Lo que una sola persona hace siempre tiene un efecto, siempre da un resultado y ejerce un impacto en el plan de Dios para la humanidad, pero sobre todo impacta su propia vida y su relación con Dios.

Dios cuenta con todos y cada uno de los miembros de su iglesia para realizar su plan, Dios provee los medios, los dones y talentos a cada uno para ejecutar la tarea a la que ha sido llamado; más importante aún es que Dios está presente en la vida de cada uno antes, durante y después de encomendar y efectuar la misión de nuestra vida.

Si nuestra relación con Dios es cotidiana y familiar, será fácil entender su voluntad. Cuando una relación se desarrolla día a día entre dos personas, al cabo de un tiempo van comprendiéndose de tal manera que pueden anticipar mutuamente sus pensamientos, sentimientos, emociones, deseos, inquietudes e intenciones; por otra parte aceptan mutuamente sus formas de ser y proceder.

En nuestra relación con Dios, él procura hacerse entender continuamente, a veces hablando, a veces callando. Dios nos ha creado para desarrollar una misión de amor, para transmitir Su amor, a Su manera, a Sus criaturas y convertirlos en Sus hijos; para ello, nos creó a Su semejanza, con las capacidades necesarias para realizar esa misión aún a costa de nuestra propia vida y deseos personales, porque los propósitos e intereses de Dios son mayores que los nuestros.

Ester se dispuso a realizar la misión que Dios le daba, como un privilegio otorgado a Ella y sólo a Ella, era su oportunidad de ponerse en la brecha, al frente de la defensa de su pueblo, convirtiéndose en un instrumento útil en las manos de Dios. Si Ester se hubiera rehusado, Dios siempre cumpliría su plan de cualquier otra manera y Ella habría perdido la oportunidad de satisfacer su propósito de vida.

Cada uno de nosotros tiene la oportunidad de ser el instrumento que Dios quiere que seamos, realizando la misión que Él ha diseñado específicamente tanto para ti como para mí… ¿Conoces tu misión? ¿Le has preguntado a Dios su propósito para tu vida?

sábado, marzo 14, 2009

Obediencia aún a costa de la vida

Después de estas cosas el rey Asuero engrandeció a Amán hijo de Hamedata agagueo, y lo honró, y puso su silla sobre todos los príncipes que estaban con él. (Ester 3:1)

Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir. Si place al rey, decrete que sean destruidos; y yo pesaré diez mil talentos de plata a los que manejan la hacienda, para que sean traídos a los tesoros del rey. Entonces el rey quitó el anillo de su mano, y lo dio a Amán hijo de Hamedata agagueo, enemigo de los judíos, y le dijo: La plata que ofreces sea para ti, y asimismo el pueblo, para que hagas de él lo que bien te pareciere. (Ester 3:8-11)

Como sabemos, Saúl, en oposición directa a la orden de Dios, perdonó la vida de Agag (1Samuel 15:7-11) de quien desciende Amán hijo de Hamedata.

Hay momentos en que Dios nos indica realizar obras que nos parecen buenas, razonables y que están de acuerdo a nuestros criterios personales. Estas indicaciones son verdaderamente fáciles de seguir y producen una sensación de bienestar que puede llevarnos a pensar que somos buenos por naturaleza.

Hay otros momentos en que Dios se mueve indicándonos un camino que nos parece inaudito, que contradice nuestras opiniones y criterios; ante ello, es fácil reaccionar como Saúl, sin medir las consecuencias de la desobediencia o creyendo que tenemos una opinión mejor que la de Dios mismo.

La simple desobediencia, por la falta de amor a Dios por parte de Saúl, generó un enorme peligro para el pueblo de Dios y para los planes de redención de la humanidad porque Amán estuvo a punto de exterminar a los judíos, cortando con ello la posibilidad del nacimiento de Jesucristo.La obediencia a Dios se aprende mediante el proceso de renuncia a los criterios y valores que han sido aprendidos del sistema de valores del mundo.

Sólo mediante una vida espiritualmente sana, en constante comunicación con Dios, podemos encontrar paz en la obediencia y encontrar plenitud en su gracia. El apóstol Pablo lo pudo entender por la revelación misma de Jesucristo: Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2Corintios 12:9-10 RV60)

sábado, marzo 07, 2009

Decisiones sabias y decisiones erradas

Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto. Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron. Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche. (1Samuel 15:7-11 RV60)

Dios cuida de sus hijos guiándonos por el mejor camino posible; Él siempre pondrá ante nosotros la ruta perfecta, la que nos conducirá por un sendero de amor y de frutos dignos, haciendo prosperar nuestra vida y nuestra alma con buenos sentimientos, buenos pensamientos, buenas interpretaciones y razonamientos, proveyéndonos de los argumentos correctos para tomar las mejores decisiones.

Entonces ¿por qué nuestros actos no siempre salen bien y a veces roban nuestra paz?, ¿por qué tomamos malas decisiones?... la respuesta, aunque es obvia, no es fácil de asimilar: es que tomamos demasiadas decisiones fuera del camino que Dios ha creado especialmente para cada uno de nosotros.

Cuando oponemos nuestro criterio personal humano, a las indicaciones de Dios, es fácil, viéndolo desde fuera, deducir que vamos directo al fracaso. Pero para el que está siguiendo sus propios razonamientos, basado en su experiencia, en los valores que ha aprendido, le resulta casi imposible ver que está cometiendo un error. Así son todos los errores sin excepción, creyendo hacer lo bueno, hacemos exactamente lo contrario.

Saúl siguió su propio criterio, perdonó a Agag, a quien Dios mismo ya había condenado. ¿Somos acaso mejores que Dios para saber mejor que Él, qué hacer y qué no hacer? ¿No será mucha arrogancia creerse mejor que Dios?

La única manera de no errar, de tomar las decisiones (todas las decisiones) de manera correcta, es conocer el camino, la verdad y la vida que Dios nos quiere dar, es conocer íntimamente a Jesucristo y tener una relación personal con el Padre, mediante su Santo Espíritu, cediéndole el gobierno de nuestra vida.


Decidir seguir a Cristo es la mejor decisión que un ser humano puede tomar, mantener esa decisión es la única manera digna de vivir. Él es la fuente de vida: Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. (Juan 4:10-14 RV60)