sábado, noviembre 06, 2010

¿Prevención, Corrección o Amor?

Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu. (Proverbios 16:18, RV60)

El hombre que reprendido endurece la cerviz, De repente será quebrantado, y no habrá para él medicina. (Proverbios 29:1, RV60a)

Según un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de los Estados Unidos, publicado en 2007, estamos viviendo en la “era de las consecuencias” que se define como el choque entre el cambio climático global y la seguridad de las naciones.

Los seres humanos hemos devastado la tierra que Dios nos entregó para ser cuidada como la fuente de nuestro sustento. Hemos señoreado sobre el mundo sin la sabiduría de Dios, guiados únicamente por nuestros limitados criterios e intereses humanos altivos, egoístas y primitivos. Este creciente deterioro y escaseo de todos los recursos inevitablemente nos llevará a conflictos y guerras por la misma subsistencia… Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. (Mateo 24:7, RV60).

De la misma manera en que hemos depredado el mundo, cada uno de nosotros tiene el potencial de erosionar su vida y destrozarla cediendo a los impulsos propios de nuestro egoísmo y altivez, pensando que somos los únicos dueños de la razón y la verdad, sólo considerando el beneficio inmediato sin pensar en las consecuencias futuras.

Evitar las consecuencias de malas decisiones requiere de evitar tomar esas malas decisiones; esto sólo es posible al buscar la verdad y seguirla. Resistir el consejo de Dios con testarudez… “endurecer la cerviz” no es más que despreciar la verdad y correr en pos de una falsa ilusión, una fantasía creada por nuestro delirio de grandeza al competir con Dios o por una autocomplacencia totalmente carnal desechando a Dios.

Pero las “consecuencias” no son un castigo que pretende dañarnos, son el recurso que Dios emplea por su amor a nosotros, para recordarnos que ÉL ES… EL QUE ES, para corregir nuestro rumbo perdido, para guiarnos con la disciplina de un Padre amoroso.

La prevención del pecado es mucho mejor que la corrección, pero ninguna sería necesaria si nuestra relación personal con Dios fuera tan intensa que el amor de Cristo nos impulsara a obrar conforme a su voluntad, como fruto directo de la acción del Espíritu Santo ministrando nuestro corazón y nuestra mente: ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? (Lucas 6:46, RV60). Si me amáis, guardad mis mandamientos. (Juan 14:15, RV60).

Porque Yo estoy contigo para salvarte, dice YHVH, Destruiré a todas las naciones en donde te he dispersado, Pero a ti no te destruiré, Te corregiré con mesura, Pero de ninguna manera te dejaré impune. Así dice YHVH: Tu llaga es incurable, Y dolorosa es tu herida; No hay quien defienda tu causa para vendar tu herida, Ni hay para ti medicamentos eficaces. (Jeremías 30:11-13, BTX).

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