miércoles, septiembre 14, 2005

El Lugar Santísimo

Una cosa he pedido al SEÑOR, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR, y para meditar en su templo. (Salmo 27:4 LBLA)

La Biblia nos enseña que ahora somos templo del Espíritu Santo (1Corintios 3:16), por lo tanto somos habitación permanente de Dios. El lugar Santísimo, donde se manifiesta la presencia de Dios según el Antiguo Testamento, es el lugar al que sólo el Sumo Sacerdote podía entrar para adorar y expiar con sacrificios (de sangre) el pecado de todo el pueblo.

Jesucristo elevó a Dios el máximo sacrificio posible, se despojó, se humilló y dió voluntariamente su vida para que su preciosa sangre expiara todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros. Desde ese momento el velo del templo se rompió (Mateo 27:51) quedando el acceso libre al Lugar Santísimo para todo aquél que crea en el Señor Jesús.

Si hoy tenemos acceso directo a Dios, a su presencia ¿por qué nos alejamos de Él? ¿será que no soportamos la reprensión del Espíritu Santo ante nuestro comportamiento? ¿tememos al juicio de Dios?... no deberíamos porque Jesús mismo nos dice que su yugo es fácil y su carga ligera (Mateo 11:30) por lo tanto debía ser natural para los creyentes, exigirnos y pedir a Dios la fortaleza para permanecer en su presencia todos los días y cumplir con sus propósitos.

Sugerencia: hoy, este día busque un lugar solitario donde pueda entrar en intimidad con Dios y no haga otra cosa más que ADORARLE, recuerde que Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad. (Juan 4:24 LBLA)