sábado, febrero 21, 2009

Resplandeciendo con Su luz

Cuando le llegó a Ester, hija de Abihail tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían. Fue, pues, Ester llevada al rey Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado. Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti. (Ester 2:15-17 RV60)

Ester no quiso tener más que lo que la gracia de Dios le proveyera y Dios le permitió ser elegida y coronada reina, pero no para su propio deleite, sino para cumplir un propósito de Dios de más trascendencia que la vida de una sola persona.

Dios concede todo lo que concede y niega lo que niega porque Él se mueve conforme a sus propósitos. Es nuestra responsabilidad saber porqué Dios ha hecho, permitido o negado algo en nuestra vida.

De esclava, Ester pasó a ser reina, porque Dios se lo permitió, ella encontraba gracia ante las personas porque reflejaba el carácter de Dios, era una persona confiable, una persona de quien se puede depender, era una persona dócil, humilde, que sabía sujetarse a la autoridad con modestia, autenticidad, sencillez y con mucha responsabilidad.

Tú y yo podemos encontrar gracia ante todo mundo, incluso nuestros enemigos si reflejamos el carácter de Cristo, si somos confiables, si somos personas que podemos guardar fidelidad, si tenemos la humildad y mansedumbre que Cristo demostró tener al sujetarse a la voluntad de Dios antes que a sus propios sentimientos y emociones.

Un atributo fundamental del carácter de Jesús es su total dependencia del Padre, ese atributo es aprendido por medio de la constante comunicación y conocimiento de Dios. Jesús tuvo que aprender obediencia, Jesús desarrolló su comunicación con Dios Padre con total sencillez, con autenticidad y constancia. De esa misma forma es necesario que nos relacionemos con Dios, sabiendo que la exposición a la luz de Dios hará brillar nuestra vida por medio de un testimonio firme y atrayente, todos podemos resplandecer como el rostro de Moisés brillaba por haber estado en la presencia de Dios con Cristo en nuestro corazón.