sábado, septiembre 19, 2009

Herederos universales…

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, (Hebreos 1:1-3 RV60)

¿Te has preguntado alguna vez para qué estás sobre esta tierra?, ¿Con que propósito tienes vida?... no eres el único que lo ha pensado, es una interrogante que ha inquietado las mentes de toda la humanidad desde el principio y como cada cabeza es un mundo, la variedad de respuestas que el intelecto humano le ha dado es impresionante.

Por gracia de Dios, nosotros, sus hijos, nacidos del Espíritu por medio de Jesucristo el Señor, tenemos la única respuesta posible… Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. (Romanos 14:7-9 RV60).

En este mundo tenemos abundantes tareas que realizar obrando diligentemente, trabajando, estudiando, cuidando unos de otros, proveyendo para nuestras familias y muchas otra más… pero la misión que hemos de cumplir a través de nuestro caminar diario es la más sublime y trascendental de todas: exaltar a Jesucristo y manifestarlo a todo el mundo, con la seguridad que viviremos con Él y por Él eternamente.

Este cometido no se logra por temor, por tradición o por obligación, es el resultado del desarrollo continuo de una relación de amistad y amor con Dios, viviendo conscientes de su presencia, lo que genera en cada cristiano auténtico, un agradecimiento infinito por el regalo más grande que nos ha sido entregado por el amor de Dios en la persona de Jesús: según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, (Efesios 1:4-5 RV60).

Es precioso contemplar la amistad entre un papá y su hijo, cuanto más, si esa relación permanece y se afirma porque se funda en el amor, el respeto, la fidelidad y la confianza mutua. Dios creó el Universo para Jesucristo y por Él hemos sido adoptados como hijos y coherederos de todas las riquezas de su reino. Es necesario afirmar nuestra relación con Él acercándonos confiadamente porque nos ha demostrado su amor en Cristo… Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1Juan 1:9 RV60).

En esta época moderna que nos ha acercado más que nunca al fin de los tiempos, cobra aún mayor vigencia la exhortación de Pablo: Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. (Colosenses 2:8-10 RV60).