sábado, junio 06, 2009

Administradores de Su propiedad

Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia.

Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.

No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal;

Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos.

Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos;

Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.

(Proverbios 3:5-10 RV60)

Cada vez que un gobierno cambia, las prioridades de la nación se redefinen o se reafirman. En la actualidad, la mayoría de gobiernos, sin importar si son antiguos o recientes, prácticamente sin excepción ponen como su primera prioridad superar la crisis económica. ¿No sería mejor atacar las causas de la crisis? La crisis económica es sólo una de las consecuencias del deterioro en los valores que han puesto al dinero y a la acumulación de ganancias, privilegios y poder como los objetivos de vida de muchos, porque el mundo mide así el éxito.

Al igual que los gobiernos, las personas tendemos a ordenar las prioridades de vida, atacando los síntomas de nuestras crisis, sean estas económicas, familiares, sociales, existenciales, etc. Mientras no se depende de Dios para caminar, es obvio que a cada quien usa su propio criterio para definir prioridades en un mundo donde las circunstancias condicionan y las capacidades personales marcan límites. De ahí se desprende que la escala de valores de cada quien diverge de la de los demás, pero tiene un origen común: todos buscamos algo que de sentido a nuestra vida y cuando lo identificamos, le damos categoría de valor y se convierte en motor de nuestra actividad.

Sabemos que todo lo que el hombre edifica fuera del fundamento que es Cristo, está destinado al más rotundo fracaso y a su propia destrucción. Cuando una persona acepta que Jesús sea el Señor de su vida, debería ser evidente que sus prioridades cambiarán.

Si el propósito de vivir no es glorificar al Padre, si no buscamos como primera prioridad el reino de Dios, el gobierno del Espíritu Santo y la exaltación de Jesús por encima de todo en esta vida, seguiremos desperdiciando todos los recursos que Dios ha puesto a nuestro alcance en tareas y actividades vacías que no producen nada de valor real, dejándonos sólo satisfacciones pasajeras que pronto se desvanecen y se olvidan.

Todo lo que tenemos, TODO, talentos, capacidades, intelecto, sabiduría, conocimientos, sentimientos, emociones, vida, salud, relaciones familiares y personales, recursos económicos, trabajo, techo, alimento, vestido, absolutamente todo le pertenece a Dios. La única razón de entregárnoslo es que lo administremos, lo disfrutemos y compartamos con alegría, dándole la gloria a Él y sólo a Él, con agradecimiento, humildad y sencillez, porque nada merecemos y si lo recibimos es únicamente por su amor y su gracia.

Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.

Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.

He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres. (Eclesiastés 3:10-14 RV60)

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